Los vikingos llegaron a los lugares menos pensados, incluyendo Groenlandia. España no iba a ser la excepción y un claro ejemplo de las incursiones nórdicas a nuestro país lo encontramos en Galicia. ¿Cuándo, cómo y en qué circunstancias llegaron los vikingos a Galicia? ¡Te lo contamos en este artículo!
Vikingos en Galicia: ¿Cuándo llegaron a la tierra de las “meigas”?
Galicia, en el norte de España, es una tierra mágica, llena de encanto, leyendas y mucha tradición. Al territorio gallego se asocian los celtas, las meigas (brujas) y, por supuesto, los vikingos. La presencia de los vikingos en Galicia ocurrió entre los siglos IX y XII, cuando los nórdicos dejaron de lado sus diferencias y se dedicaron a la exploración y navegación. Las guerras entre ellos quedaron de lado y se centraron en los aspectos comerciales y la piratería.
Fue aquí cuando, como ya adelantamos, llegaron a Groenlandia, pero también decidieron incursionar hacia el norte de Europa, siguiendo el curso de los ríos de los lugares que querían saquear. Los vikingos llegaron hasta las costas del Mediterráneo, pero también incursionaron en Galicia a la que llamaron Jakobsland o Tierra de Santiago.
Las primeras incursiones vikingas a territorio gallego
La primera exploración vikinga en Galicia se encuentra recogida en los Annales Bertiniani y se remonta al mes de agosto del año 844. Un grupo de vikingos daneses se adentró al río Garona y una tormenta los condujo hasta las frías aguas del Atlántico Norte, es decir, Galicia. A su paso, los vikingos saquearon aldeas costeras hasta que encontraron resistencia en la famosísima Torre de Hércules (Farum Brecantium), en la actual La Coruña y que los vikingos llamaban Fár. Esta fue la primera incursión de vikingos en Galicia que, por entonces, estaba gobernada por el rey Ramiro I de Asturias. Después de encontrar resistencia en la Torre de Hércules, pusieron rumbo hacia Lisboa antes de regresar a su país.
Años después, en el 858, las costas gallegas vieron una flota vikinga formada por 100 naves. Los vikingos venían de saquear las costas francesas y se dirigían hacia la ría de Arosa. A su paso, los vikingos en Galicia saquearon Iria Flavia (un lugar que a día de hoy puedes visitar) y pusieron rumbo hacia Santiago de Compostela y la sitiaron. Para evitar conflictos, los compostelanos pagaron un tributo a los vikingos que, no conformes con la situación, continuaron intentando tomar la ciudad.
Santiago de Compostela evitó la entrada de los vikingos gracias a un destacamento enviado por el conde Pedro. Fue él quien, al mando de un ejército, derrotó a los vikingos y destruyó 38 de sus naves. Los supervivientes siguieron la ruta gallega hacia el sur y continuaron saqueando poblaciones a su paso. Fue aquí cuando se decidió trasladar la sede episcopal de Iria Flavia a Santiago.
Casi 100 años después de aquellas primeras incursiones, los gallegos vieron aparecer una nueva flota vikinga. Fue en el año 951. Los nórdicos saquearon las costas de Galicia, cosa que hizo que se reforzaran las ciudades para prevenir futuros ataques. En el año 964, los vikingos reaparecieron y, según la tradición, el obispo gallego tuvo que hacerles frente.
La conquista vikinga sobre Galicia: ¿la culpa fue de Normandía?
Corría el año 968 y el segundo duque de Normandía temía que los franceses invadieran sus dominios. Así que se le ocurrió pedir ayuda a sus parientes daneses y noruegos que reaccionaron enviando una inmensa flota vikinga. Hábilmente, los vikingos derrotaron al rey francés, pero no se marcharon a su tierra, sino que se quedaron en Normandía. Esto suscitó problemas entre los habitantes de la región, así que al duque se le ocurrió que qué mejor que motivarlos a la conquista de Galicia, prometiéndoles que era una tierra muy rica y famosa entre los peregrinos. ¡Seguramente encontrarían un tesoro! Curiosamente, un tesoro que los normandos llevaban mucho tiempo buscando.
Los vikingos volvieron a incursionar sobre Galicia, esta vez, con una poderosa flota de 200 naves comandadas por Gudrød y a quien se le conoce como Gunderedo en las crónicas gallegas. 100 naves atacaron Bretoña, en la costa cantábrica gallega. Las otras 100, se internaron en la ría de Arosa y desembarcaron en Xunqueira, poniendo rumbo hasta Santiago de Compostela. Pero la ahora capital de Galicia, por aquel entonces se encontraba en pleno conflicto religioso entre dos obispos, que se disputaban el establecimiento de la sede episcopal entre Iria Flavia y Santiago.
Estas disputas facilitaron las cosas a los vikingos. Empezamos por el hecho de que incursionaron sobre Iria Flavia, llegando por el curso del río Ulla. Aunque el obispo intentó detenerlos, no lo consiguió y murió atravesado por una flecha vikinga en la famosa batalla de Fornelos. Sin hallar más resistencia, los vikingos se dispersaron por tierras gallegas hasta Courel.
En Lugo, mientras tanto, la ciudad estaba siendo defendida por el obispo Hermenegildo, que no pudo impedir que los vikingos arrasaran con Bretoña. La antigua sede quedó destruida, para más tarde ser reconstruida en el actual Mondoñedo.
Los vikingos se quedaron en Galicia durante tres años haciendo lo que más les gustaba: saquear y matar. Sin embargo, cuando se disponían a volver a sus naves con el botín y sus prisioneros, el ejército del conde Gonzalo Sánchez consiguió vencerlos. Esto ocurrió en los alrededores de la ría de Ferrol en el año 970. La batalla terminó con la quema de varias naves vikingas y la muerte de Gunderedo.
Las últimas incursiones de los vikingos en Galicia
Los vikingos continuaron volviendo a Galicia, pero de forma más esporádica. En el año 1015 y, según la tradición, comandados por el rey Olaf, atacaron Betanzos, Castropol, Ribas de Sil y Tuy. En esta última villa, las naves vikingas desembarcaron, remontaron hacia el río Miño y continuaron haciendo de las suyas en diversas poblaciones. Se dice que en esta época comenzaron con los secuestros. Capturaban rehenes para pedir un rescate a cambio.
El fin de la era vikinga sobre Galicia dio paso a la llegada de peregrinos nórdicos a Santiago de Compostela y siguiendo el famoso camino de peregrinaje. Algunas de las figuras importantes fueron el rey Sigurd de Noruega por el Camino de Vestvegr, una ruta que conectaba Escandinavia con Galicia.
Fiesta vikinga en Galicia
Ya hemos dicho que Galicia es una tierra mágica donde confluyen las tradiciones religiosas y paganas. Lo mismo se celebran las fiestas en honor al apóstol Santiago, que se hacen fiestas como el Samaín y las romerías vikingas. Precisamente, vamos a hablar de la Romería Vikinga de Catoira, una fiesta que se celebra el primer domingo de agosto, desde 1961. ¿Qué tienen que ver Catoira y los vikingos? Catoira jugó un papel crucial en la defensa de Galicia frente a los ataques vikingos.
Catoira era un punto estratégico, pues suponía la entrada por mar hasta Compostela. Para proteger la tumba del apóstol Santiago, se construyeron torres de defensa en el fondo de la ría, en la desembocadura del Ulla. ¿Recuerdas que los vikingos navegaban por aquí? A estas torres se les conocía como Torres de Oeste. Además, se construyó un castillo al que se le conocía como Castellum Honesti y del que hoy solo quedan algunas ruinas, pero fue muy importante en su época.
Para celebrar la gesta de los habitantes de Catoira sobre los vikingos en Galicia, hoy en día, los vecinos organizan una fiesta. Los habitantes se disfrazan de campesinos gallegos y de vikingos y representan el combate. Además, se escuchan las gaitas, se instala una feria medieval y, por supuesto, corren los manjares de la gastronomía como el pulpo y las empanadas.