La presencia de los vikingos en España es un hecho innegable. A través de su navegación y exploración, estos guerreros nórdicos lograron llegar a la península ibérica y dejar su huella en la arqueología y la historia.

Aunque su presencia en nuestro territorio no fue tan extensa como en otras regiones, sí que podemos ver varias evidencias en nuestra tierra que confirman su paso por nuestro país. A través de incursiones, asentamientos, influencias culturales y participación en eventos históricos, los vikingos establecieron contacto con las comunidades locales y contribuyeron a la historia de España.

La primera mención específica sobre la presencia de estos guerreros nórdicos en la península ibérica se sitúa en el año 844, y fue algo que pilló por sorpresa tanto a los cristianos del norte como a los emiratos y califatos de Córdoba. Estos asentamientos duraron más o menos hasta el año 971.

En nuestro blog sobre mitología vikinga no podíamos pasar por alto la actividad de estos guerreros nórdicos en nuestro territorio.

¿Cómo fue la estancia de los vikingos en España?

Todo comenzó cuando los vikingos partieron de sus bases en Francia y atacaron a varias ciudades portuarias Asturianas (que por aquel entonces comprendía toda la costa del norte de España) antes de continuar con su conquista hacia al-Ándalus pasando por la costa occidental de la península.

Además de sus incursiones y ataques, los vikingos también establecieron asentamientos en España. Uno de los ejemplos más claros es el campamento de Catoira, en Galicia, donde se construyeron torres defensivas para protegerse de los nórdicos. Este asentamiento se terminó cuando las tropas de Ramiro I de Asturias les derrotaron y les obligaron a embarcar y llegando a Lisboa.

En esta gran ciudad, los vikingos se asentaron durante casi un mes, hasta que un ejército musulmán fue enviado para expulsarles. Continuaron con su recorrido hasta llegar al golfo de Cádiz. Allí remontaron el río Guadalquivir, saqueando las poblaciones y causando grandes matanzas para que nadie más pudiese alertarse de su presencia.

Siguieron el curso del río derrotando a los musulmanes en la batalla de Cabtal y llegando hasta Sevilla, donde los sevillanos huyeron despavoridos a Carmona. Unas semanas más tarde, el emir de Córdoba mandó un ejército de 16.000 hombres que apresaron y ejecutaron a 400 vikingos. Los pocos prisioneros que no fueron ejecutados fueron convertidos al islam, transformándose en granjeros.

La expedición del hijo de Ragnar

Al enterarse de esto, Björn Ragnarsson, hijo de Ragnar Lothbrok, lideró la segunda incursión de vikingos en España en el año 858. Comenzaron por atacar Santiago de Compostela, pero esa conquista se vio truncada cuando el rey de Asturias mandó un ejército que derrotó a los invasores. En ese momento, los 60 sobrevivientes de la batalla pusieron rumbo a Algeciras, donde la ciudad fue saqueada y la mezquita incendiada. Tras esto, decidieron volverse a sus asentamientos en Francia para pasar el invierno.

Meses más tarde, estaban de vuelta a tierras españolas. Esta vez decidieron remontar el curso del río Ebro, adentrándose hasta Pamplona y capturando al rey García Iñiguez. Esto fue todo un éxito para los asentamientos vikingos en España, ya que recibieron 70.000 monedas de oro por su liberación. Con esto, decidieron cruzar el estrecho de Gibraltar para regresar a casa, donde se encontraron con una gran flota del emir cordobés y perdieron hasta 40 barcos. Los vikingos que consiguieron escapar llegaron a casa en 862.

La última parte de la invasión de los vikingos en España

En el año 966 comenzó de nuevo una oleada de intentos de invasión por parte de los vikingos. Ese mismo año llegaron cerca de Lisboa donde se produjo una gran batalla naval donde ganaron los escandinavos. Sin embargo, una flota musulmana procedente de Sevilla lograron recuperar gran parte de los cautivos.

En este momento, los vikingos ponen de nuevo rumbo a Santiago de Compostela donde saquearon a los aldeanos de la ciudad. En 971 el Reino de Asturias le hizo frente en una batalla donde muere el entonces líder del ejército nórdico Gundraed. Este fue el último y frustrado intento por parte de los vikingos de conquistar la península ibérica.