El indestructible guerrero
Los berserkers eran, con diferencia, los guerreros más temidos en un ejército vikingo, y no solo para sus enemigos, sino para sus aliados también, ya que entraban en batalla en una especie de trance eufórico en el cual se dejaban llevar por el frenesí del combate, centrándose de tal manera en matar y destruir que incluso llegaban a atacar a sus propios compañeros, cegados por la locura. Incluso algunos se ahogaban nada más saltar del barco por hacerlo demasiado pronto, ansiosos por entrar en combate.
No sentían casi ningún tipo de dolor, tampoco sentían ni pensaban nada en el momento del trance. De hecho, vestían medio desnudos, sin ningún tipo de protección, tan solo cubiertos con pieles de animales como osos o lobos.
Una teoría indica que el origen etimológico de «berserker» se deriva de berr («desnudo») y serkr (prenda de vestir similar a una camisa). Otra teoría afirma que deriva del germánico berr («oso»), haciendo referencia a las pieles que acostumbraban a vestir.
Además, profesaban una inquebrantable fe por el dios Odín, ya que pensaban que eran elegidos por él para ser sus guerreros de élite, por lo que se entregaban a él en busca del Valhalla para impresionarlo, y conseguir así su favor y por tanto sus mejores mesas en el salón de los caídos.
El “brebaje” mágico
Hay suposiciones de que una de las causas que provocaban el trance de un guerrero berserker era la ingesta de cerveza o pan contaminados con cornezuelo del centeno, un hongo que afectaba a las cosechas de grano y que contiene sustancias similares a las que compone el LSD. Además, consumían con la cerveza ciertas plantas, como el beleño negro, que proporcionaba una sensación de “ligereza”, como si uno mismo perdiera peso y flotara, o la belladona que causaba furia o violencia.
Pero de todas ellas, la causa más probable fuese la ingesta de setas venenosas y/o alucinógenas, como la amanita muscaria (también conocida como falsa oronja), la cual contiene una sustancia psicoactiva que causaba alucinaciones.
El último berserker
Los berserkers no solían actuar con el resto de vikingos en formaciones, solían lanzarse en solitario contra el enemigo o eran reservados para el momento en el que la batalla comenzaba a darse por perdida, ese fue el caso del conocido como «último berserker», nadie supo jamás su nombre pero su historia fue contada por sus propios enemigos sajones a los que se enfrentó.
En la batalla de Stamford Bridge, que marcó el final de «la era vikinga», las tropas de Harald Hardrada cruzaron el puente sobre el río Derwent para replegarse e intentar contraatacar, necesitaban ganar tiempo y pusieron a un berserker para custodiar y frenar el avance de las tropas sajonas que los perseguían.
Según la Crónica anglosajona, un berserker enorme de más de dos metros y armado con una enorme hacha defendió el puente frenando a las tropas sajonas durante una hora. Se cuenta que mató a 40 enemigos antes de caer atravesado por lanzas insertadas por soldados que se sumergieron en el río y desde debajo del puente lograron matarlo.